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Un informe de la OMS pone de relieve el déficit mundial de inversión en salud mental

El mundo no alcanza la mayoría de las metas de salud mental fijadas para 2020; la ampliación del Plan de Acción sobre Salud Mental de la OMS hasta 2030 ofrece una nueva oportunidad de avanzar a este respecto

El nuevo Atlas de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud dibuja un decepcionante panorama de fracaso mundial a la hora de prestar a las personas los servicios de salud mental que necesitan, en un momento en el que la pandemia de la COVID-19 está poniendo de manifiesto la creciente necesidad de apoyo en materia de salud mental.

La última edición del Atlas, que incluye datos de 171 países, es un claro indicio de que la mayor atención prestada a la salud mental en los últimos años aún no se ha traducido en una ampliación de los servicios de atención de salud mental de calidad que se ajuste a las necesidades.

El Atlas, que se publica cada tres años, es una recopilación de datos proporcionados por países de todo el mundo sobre las políticas, la legislación, la financiación, los recursos humanos, la disponibilidad y la utilización de los servicios y los sistemas de recopilación de datos en materia de salud mental. También es un mecanismo para monitorear los avances hacia el cumplimiento de las metas del Plan de Acción Integral sobre Salud Mental de la OMS.

«Es sumamente preocupante que, a pesar de la evidente y creciente necesidad de servicios de salud mental, la cual se ha agudizado aún más durante la pandemia del COVID-19, las buenas intenciones no se vean acompañadas de inversiones,» dijo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud. «Debemos atender esta llamada de atención y actuar al respecto acelerando drásticamente el aumento de la inversión en salud mental, porque no hay salud sin salud mental.»

Falta de avances en liderazgo, gobernanza y financiación

Ninguna de las metas de liderazgo y gobernanza eficaces en materia de salud mental, prestación de servicios de salud mental en entornos comunitarios, promoción y prevención de la salud mental, y fortalecimiento de los sistemas de información, estuvo cerca de alcanzarse.

En 2020, solo el 51% de los 194 Estados Miembros de la OMS informaron de que su política o plan de salud mental estaba en consonancia con los instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos, porcentaje que es muy inferior a la meta del 80%. Y solo el 52% de los países cumplieron la meta relativa a los programas de promoción y prevención de la salud mental, porcentaje también muy inferior a la meta del 80%. La única meta para 2020 que se cumplió fue la reducción de la tasa de suicidio en un 10%, pero, incluso entonces, solo 35 países dijeron que tenían una estrategia, política o plan de prevención independiente.

Sin embargo, se observaron progresos constantes en la adopción de políticas, planes y leyes de salud mental, así como en la mejora de la capacidad de informar sobre un conjunto de indicadores básicos de salud mental. Sin embargo, el porcentaje de los presupuestos públicos de salud que se destina a la salud mental apenas ha variado en los últimos años y sigue rondando el 2%. Además, incluso cuando las políticas y los planes incluían estimaciones de los recursos humanos y financieros necesarios, solo el 39% de los países que respondieron indicaron que se habían asignado los recursos humanos necesarios, y el 34% que se habían proporcionado los recursos financieros necesarios.

La transferencia de la atención a la comunidad es lenta

Aunque la OMS recomienda desde hace tiempo la descentralización sistemática de la atención de salud mental a los entornos comunitarios, solo el 25% de los países que respondieron cumplían todos los criterios para la integración de la salud mental en la atención primaria. Aunque en la mayoría de los países se ha avanzado en materia de formación y supervisión, el suministro de medicamentos para las enfermedades mentales y la atención psicosocial en los servicios de atención primaria siguen siendo limitados.

Esto también se refleja en la forma en que se asignan los fondos públicos a la salud mental, lo que pone de manifiesto la urgente necesidad de desinstitucionalización. Más del 70% del gasto público total en salud mental se asignó a hospitales de salud mental en los países de ingresos medios, en comparación con el 35% en los países de ingresos altos. Esto indica que los hospitales de salud mental centralizados y la atención hospitalaria institucional siguen recibiendo más fondos que los servicios prestados en hospitales generales y centros de atención primaria en muchos países.

Sin embargo, hubo un aumento del porcentaje de países que informaron de que el tratamiento de las personas con varias afecciones de salud mental está incluido en el seguro nacional de enfermedad o en los planes de reembolso —del 73% en 2017 al 80% (esto es, el 55% de los Estados Miembros) en 2020—.

Las estimaciones mundiales de las personas que reciben atención para afecciones específicas de salud mental (utilizadas como un indicador de la atención de salud mental en su conjunto) se mantuvieron por debajo del 50%, con una mediana mundial del 40% de las personas con depresión y solo del 29% de las personas con psicosis que reciben atención.

Aumento de la promoción de la salud mental, pero eficacia cuestionable

Más alentador fue el aumento del número de países que informaron de programas de promoción y prevención de la salud mental, que pasó del 41% de los Estados Miembros en 2014 al 52% en 2020. Sin embargo, el 31% del total de los programas notificados no contaban con recursos humanos y financieros específicos, el 27% no tenían un plan definido y el 39% no tenían pruebas documentadas de los avances y/o el impacto.

Ligero aumento del personal de salud mental

El número medio mundial de trabajadores de salud mental por cada 100 000 habitantes ha aumentado ligeramente, pasando de nueve trabajadores en 2014 a 13 trabajadores por cada 100 000 habitantes en 2020. Sin embargo, se observa una variación muy elevada entre países de distintos niveles de ingresos, ya que el número de trabajadores de salud mental en los países de ingresos altos es más de 40 veces superior al de los países de ingresos bajos.

Nuevas metas para 2030

Las metas mundiales recogidas en el Atlas de Salud Mental proceden del Plan de Acción Integral sobre Salud Mental de la OMS, que contenía metas para 2020 aprobadas por la Asamblea Mundial de la Salud en 2013. Este Plan se ha ampliado ahora hasta 2030 e incluye nuevas metas para la inclusión de la salud mental y el apoyo psicosocial en los planes de preparación para emergencias, la integración de la salud mental en la atención primaria de salud y la investigación sobre salud mental.

«Los nuevos datos del Atlas de Salud Mental nos muestran que todavía tenemos un camino muy largo por recorrer para conseguir que todo el mundo, en todas partes, tenga acceso a una atención de salud mental de calidad,» ha dicho Dévora Kestel, Directora del Departamento de Salud Mental y Consumo de Sustancias de la OMS. «Sin embargo, me alienta el renovado vigor que vimos por parte de los gobiernos cuando se debatieron y acordaron las nuevas metas para 2030, y confío en que juntos podamos hacer lo necesario para que los pequeños saltos se conviertan en pasos de gigante en los próximos 10 años.»

Nota para los redactores:

El Atlas se publicará en vísperas del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra el 10 de octubre y que este año se centra en la ampliación del acceso a una atención de salud mental de calidad.