Las fintech duplican su presencia en el mundo financiero
Las empresas de Las empresas de tecnologías financieras proporcionan condiciones ventajosas, pero según los expertos también encierran ciertos riesgos
Hace setenta años, ni siquiera teníamos tarjetas de crédito en nuestra cartera. Desde entonces, la irrupción de la tecnología ha ido transformado el sector financiero tradicional de una forma inimaginable hace solo unas décadas. Sin embargo, hasta principios del siglo XXI la mayoría de las innovaciones estaban relacionadas con los cambios de método o de comportamiento de los bancos y los clientes. Pero con la irrupción de nuevos actores con estrategias de negocio rupturistas, ha llegado un cambio de escenario en el sofisticado mercado de las finanzas.
Esos nuevos actores son las empresas de tecnologías financieras o fintech, «empresas de base tecnológica, a menudo concebidas como empresas emergentes (start-ups), que ofrecen productos financieros totalmente en línea con tecnologías rupturistas, estructuras más flexibles y metodologías mucho más ágiles», explica Àngels Fitó Bertran, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y vicerrectora de Competitividad y Empleabilidad de dicha universidad. Como explica Fitó, entre las particularidades de estas empresas destaca su enfoque centrado en las necesidades y preferencias del consumidor y basado en un modelo sin intermediarios, que, por un lado, democratiza el acceso al mundo financiero y, por el otro, reduce el coste de la prestación del servicio gracias a sistemas mucho más eficientes. Atraídos por esas características, millones de usuarios ahora forman parte de su clientela. Según un estudio de CB Insights, en 2018 se invirtieron en el sector de las empresas de tecnologías financieras 39.000 millones de dólares, una cifra que dobla la de 2017 y es cinco veces superior a la de hace cuatro años. En cuanto a España, el volumen de este tipo de empresas creció el 60 % en 2018 de acuerdo con el último estudio publicado por el observatorio sectorial DBK de Informa.
Con respecto a lo que ofrecen, su catálogo de servicios es muy amplio y además no deja de crecer. Las dos actividades principales son la financiación colectiva de préstamo (crowdlending) y el micromecenazgo (crowdfunding) o financiación colectiva de inversión o de préstamo vinculado al éxito del proyecto, «que está desbancando al negocio del capital de riesgo clásico», señala la vicerrectora de Competitividad y Empleabilidad de la UOC. «Pero estas son solo dos de las principales fórmulas que se han desarrollado. Hay muchas más: depósitos de cuentas en PayPal, criptomonedas como el bitcóin o servicios financieros como los que ofrecen gigantes tecnológicos como Facebook, Amazon, Google y Apple», explica Fitó, añadiendo que estas últimas son algunas de las nuevas fórmulas de consumo financiero que se prevé que se impondrán en el futuro.
Peligros y riesgos de la empresa de tecnologías financieras
Además de la flexibilidad y agilidad con las que operan las empresas de tecnologías financieras o fintech, hay otros reclamos que hacen de ellas un sector tentador para el inversor. Como explica Elisabet Ruiz Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa en la UOC y experta en educación financiera, el principal atractivo es que es posible optar a rendimientos mucho más elevados que los que podría proporcionar el banco. «Puedes conseguir un rendimiento de entre el 7 y el 10 %, e incluso más, aunque evidentemente con más riesgo», señala. «Con un euríbor negativo, los bancos nos van a dar muy poco por una inversión de 500 euros a muy corto plazo. En cambio, en las empresas de tecnologías financieras puedes invertir esa cantidad y, en menos de un año, por ejemplo, obtener un interés elevado», explica.
¿Por qué, entonces, estas empresas no cuentan aún con más inversores? La respuesta de los expertos es que existe una letra pequeña: advierten que hay que interpretar bien la información que proporcionan estas empresas y tener conocimientos financieros para poder saber qué riesgos se corren. «Sin una buena formación financiera, las empresas de tecnologías financieras pueden ser peligrosas, porque no sabes cómo hacer una correcta valoración o si la información que proporciona la empresa que solicita los fondos es verídica; tampoco tienes seguridad con respecto a la empresa tecnológica ni sabes cómo valora el riesgo de las inversiones», señala Ruiz Dotras. «Pongamos el ejemplo de una empresa de tecnologías financieras de micromecenazgo (crowdfunding) o de financiación colectiva de préstamo (crowdlending). Si no tienes conocimientos financieros, no sabes cómo valorarla, si vas a perder o no tu dinero o qué opción es la mejor para cada uno. Una de las cosas en las que debemos fijarnos es si la empresa está registrada o no en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Puede haber empresas dedicadas a esto que no estén registradas, por lo que no pueden garantizar seguridad. Y es que estas empresas de financiación e inversión colaborativa no se rigen por las mismas normas y regulación que tienen los bancos. Es donde está la gran diferencia», explica, añadiendo que, al no haber una regulación ni intermediarios, estas empresas pueden eliminar muchas comisiones y pueden ofrecer mayores intereses, pero sin las mismas garantías.
En cuanto al tipo de empresa de tecnologías financieras que considera que tiene mayor riesgo, destaca el de las monedas digitales o criptocurrencies. «No son monedas reguladas ni reconocidas, por lo que es como jugar en una apuesta, ya que no se pueden analizar sus movimientos y no están respaldadas por ningún gobierno. Se basan puramente en la especulación del mercado, probablemente movido por pocos inversores. Sin embargo, muchos usuarios se dejan llevar por comentarios que leen en internet, donde hay bastante información falsa sobre estas divisas digitales», advierte la profesora Elisabet Ruiz Dotras. «El riesgo por no tener conocimientos financieros es grande, y además quienes lo sufren no suelen ser conscientes de ello», concluye.